Haití se encuentra sumido en una sangrienta guerra de pandillas, pobreza extrema e inestabilidad política

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Antes del magnicidio del presidente de Haití, Jovenel Moïse, la situación de la isla era vista como el punto más alto de una crisis social, política, económica y de seguridad que arrastraba la isla desde tiempo atrás. Su asesinato reflejó que la situación en uno de los países más convulsionados de América Latina había tocado fondo.

 En el último mes se han presentado más de 200 muertes en una guerra territorial que han librado las pandillas  por el control de puerto principice.  Los números de Naciones Unidas hablan por si solos: 188 muertos, 16.828 desplazados, 113 heridos, 12 desaparecidos y 49 personas secuestradas por las que se pidió rescate.  El estallido de la violencia se extendió a decenas de barrios, con cientos de familias atrapadas en el fuego cruzado. Según el reporte de la OCHA, al menos 92 de los 188 muertos entre el 24 de abril y el 26 de mayo no eran miembros de pandillas.

Jovenel Moïse, investido como presidente en 2017 después de una larga crisis electoral, concentró rápidamente el enojo popular, alimentado en particular por un aumento de los precios y luego por una escasez de combustible. En 2019 fue acusado “de malversación de fondos” antes de su toma de posesión. Mientras la Justicia decretó que su mandato había terminado el 7 de febrero de 2021, Jovenel Moïse permaneció en el poder, considerando que le quedaba un año, pues había sido elegido tras un escrutinio anulado por fraudes y luego reelegido un año después. El miércoles 7 de julio, Jovenel Moïse fue asesinado en su domicilio, dos días después del nombramiento de un nuevo Primer ministro encargado de organizar unas elecciones. 

Haití sigue siendo el país más pobre de América Latina y del Caribe, y uno de los más pobres en el mundo, según el Banco Mundial, con 60% de su población por debajo del umbral de pobreza. Ocupa el puesto 170 de 189, según el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo, por su índice de desarrollo humano. Su PIB se contrajo alrededor del 3,8% en 2020, pues la pandemia de Covid-19 exacerbó la economía ya debilitada, al igual que la inestabilidad política, según el Banco Mundial. Es una de las pocas naciones que todavía no ha comenzado su campaña de vacunación contra el Covid-19.  En este país tan desigual, la mayor parte de los habitantes no tiene acceso a los servicios de salud básicos. 

“Esta mañana para el desayuno, los niños pedían pan, pero no pudimos comprar: aunque no les gusta demasiado, lo reemplazamos con galletas de mandioca”, cuenta Michele, quien vive en Puerto Príncipe con su madre, hermana y tres sobrinos.

Con este sombrío panorama, a un año del magnicidio de Moise, las principales problemáticas en Haití siguen a un ritmo desenfrenado.

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