TAN SENCILLO COMO ESO Y TAN COMPLICADO QUE LO HACEMOS

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Ya vamos por la mitad del mes de enero de este 2024; hay quienes han dado esos primeros pasos hacia las metas y sueños trazadas para este año; se puede decir que aún está vigente el entusiasmo y las ganas de realizarlos… Por eso, en medio de todos esos planes y proyectos, sería bueno preguntarnos: ¿Somos realmente felices?… Tal vez diremos que sí, que estamos en busca de eso, o simplemente no lo sabemos. Pero alguna vez leí que la felicidad no es una meta, sino una manera de viajar con todo lo que se encuentra y se vive en el camino.

Hay quienes afirman que la felicidad es “una vida perfecta”; pero alguien me dijo una vez, que “lo perfecto es inhumano”, desde ese momento aprendí a contemplar la perfección de Dios en lo más imperfecto y frágil del ser humano; y eso me ha permitido aceptar mi fragilidad y dejar que El actúe en ella. Puedo decir también, que la felicidad es la suma de todos los momentos que vivimos y el cómo lo hicimos; aunque riamos, lloremos o nos enojemos algunas veces con todo eso.

Hoy es tan fácil hacer memoria fotográfica de nuestro diario vivir, porque tenemos a la mano un celular con cámara; pero si miramos esas fotos que guardamos en nuestra galería y las que publicamos, nos damos cuenta, que no están registrados los instantes de felicidad que en el día a día vivimos. La mayoría de esas imágenes son parte de muchos intentos por mostrar lo que esperamos que el otro apruebe y vea como una vida perfecta; pero en el fondo sabemos que muchas de esas fotos y esos “me gusta”, no hablan de emociones ni sentimientos, solo son poses, cosas, lugares, que capturamos para mostrar a quienes nos siguen por curiosidad. En cambio, ocultamos o borramos esas fotos espontáneas que nos tomaron sin avisar, en las que salimos riendo a carcajadas o llorando de emoción por algo que vivimos; esas son las que menos nos gustan porque ante el juicio del “qué dirán”, no se ven perfectas.

La felicidad está más allá de las apariencias; sobreabunda en lo más sencillo y pequeño que puede parecer insignificante o imperfecto; se refleja en cada emoción que brota al contar historias de momentos especiales vividos, donde se hicieron presente la familia y los amigos. Está también en la paz que se experimenta cuando se da la oportunidad de perdonar o pedir perdón; se manifiesta en la alegría indescriptible que emana cuando se vuelve a lo que se ama o se recupera lo valioso que se creía perdido.

Es tan sencillo y fácil el ser y hacer feliz; se necesitan pocas palabras y pequeños gestos que no cuestan nada y no quitan tiempo, con los que se construyen historias y se fabrican recuerdos que dan sentido a nuestra vida; pero lo hacemos todo tan complicado, que siempre encontramos una excusa para no darlo; tal vez porque no lo impulsamos con la fuerza del amor que sentimos y en cambio le damos más poder al miedo a equivocarnos, al afán de la rutina, a la intención de no mostrarnos tan humanos o al querer proteger nuestro corazón para que no nos hagan daño. Pero entre excusas, negligencia y temores, se pierden muchas oportunidades de transformar historias, construir lazos, darle vida a sentimientos que acercan corazones; por eso hay tantos que se sienten solos aun estando rodeados de personas; otros odian las fechas especiales y prefieren no celebrar esos acontecimientos que le recuerdan el vacío, la herida y el dolor, la ausencia, la pérdida o los muros y barreras en los que se ha refugiado.

Al final, son felices aquellos que no piensan ni se complican tanto a la hora de expresar con gestos o palabras un sentimiento y saben ser agradecidos en todo momento. Esas son las personas que viven libres y en paz, porque saben descubrir, valorar, compartir y agradecer, las cosas más sencillas y pequeñas, como la sonrisa espontánea, la mesa compartida, los abrazos que van de ida y vuelta, las palabras escritas o pronunciadas, la presencia, los gestos y detalles que brotan del alma y marcan la diferencia, no se venden en una tienda, pero se conservan como tesoros. porque nos renueva la esperanza y nos hacen volver siempre al amor primero.

Que este 2024, sea el año en que rescatemos y hagamos frecuentes esos gestos y palabras que unen y que crean lazos; que día tras día nos atrevamos a adquirir nuevos hábitos para dar pasos cortos con pisadas firmes hacia lo que tanto soñamos… De este modo, al final, le daremos sentido a los sin sentidos que encontremos en el camino y sentiremos que hemos sido felices en nuestra manera de viajar.

Kary Rojas
Escritora, Conferencista y Maestra

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