En lo que llevamos del año, la línea de emergencia 123 ha recibido un total de 3,335 quejas relacionadas con el exceso de ruido provocado por equipos sonoros, la instalación de picós y aglomeraciones en fiestas. Estas cifras, proporcionadas por la Policía Metropolitana, reflejan una creciente preocupación en la ciudad debido a la perturbación causada por el ruido.
Las llamadas provienen de todos los rincones de la ciudad, lo que pone de manifiesto la amplitud del problema. Sin embargo, un grupo de diez barrios se destaca como los principales focos de quejas, liderando la lista con números alarmantes:
• Olaya Herrera encabeza la lista con un total de 128 quejas, lo que la convierte en la zona más afectada por el exceso de ruido.
• Le sigue de cerca El Pozón, con 123 quejas, mostrando una situación igualmente preocupante.
• San Fernando se ubica en el tercer lugar con 114 quejas, consolidándose como otro barrio afectado.
• Turbaco, a las afueras de la ciudad, ha registrado 100 quejas, lo que refleja la expansión del problema a áreas circundantes.
• En el quinto lugar encontramos a Nuevo Bosque, con 76 quejas, evidenciando que el problema no se limita a zonas específicas.
• Torices sigue en la lista, ocupando el sexto lugar con 71 quejas, lo que demuestra una problemática persistente.
• La Boquilla, conocida por su belleza costera, ha registrado 69 quejas, lo que afecta la tranquilidad de sus residentes.
• San José de Los Campanos se encuentra en la octava posición con 64 quejas, mostrando que el problema se extiende a diversas áreas de la ciudad.
• Bocagrande, uno de los barrios más emblemáticos de Cartagena, figura en el noveno lugar con 58 quejas, preocupando a sus habitantes.
• Finalmente, Zaragocilla completa la lista de los diez barrios más afectados con 57 quejas, resaltando la magnitud del desafío.
La proliferación de fiestas ruidosas y la instalación de sistemas de sonido potentes han generado un malestar generalizado entre los habitantes de estos barrios. Las autoridades locales están tomando medidas para abordar esta problemática y garantizar la tranquilidad de los residentes. Se espera que la concienciación sobre el impacto del ruido en la calidad de vida de las comunidades impulse un cambio en el comportamiento de quienes generan estas molestias.