A Stefany Rivera Elles, desde muy pequeña le gustó la actividad física, hacer ejercicio era lo suyo, pero nunca imaginó que se preparaba para ser una gran jugadora de fútbol, un deporte que siempre la apasionó y que a escondidas de su madre jugaba en las calles de su municipio con amigos porque muy pocas mujeres le apuntaban a estar pateando un balón.
Tampoco pasó por su mente que esas actividades físicas le ayudarían a soportar el extenuante entrenamiento en la Escuela de Policías donde juró bandera como auxiliar, una decisión que tomó también a escondidas de su madre pues no contaba con su apoyo. Las cosas después cambiarían.
Esta mujer que 1,74 de estatura, porte de reina y piernas de futbolista, nació un 4 de septiembre de 2000 en el municipio de Turbaco, Bolívar, aprende rápido y sabe analizar situaciones complejas para no desfallecer y abrirse camino.
Creció en medio de la separación de sus padres y con las necesidades a flor de piel, pero así la guerreo y pese a las adversidades no dejaba de ir a la escuela a prepararse como los demás para ser alguien en la vida.
Su papá un herrero quien también se gana la vida como mototaxista en Cartagena de Indias y Turbaco, se encargó de su crianza con una tía al igual que con una mujer que sin conocerla le brindó todo su afecto y cariño, y se convirtió para ella en una segunda mamá. Yajaira Peña, la apoyó en las buenas y en las malas.
Su inclinación por el fútbol se hizo fuerte a los 11 años y con el apoyo de su padre ingresó a una escuela donde solo había niños, a ellos enfrentaba y cada vez adquiría más destreza, su buen juego la llevó a importantes clubes con los que viajó a varias ciudades del país convirtiéndose en la mejor goleadora de los certámenes nacionales.
Jugaba como delantera y para entonces tenía 17 años, luego se presentó a una convocatoria y pasó a la selección Bolívar donde seguía cosechando éxitos. Soñaba con ser una gran jugadora y ganar mucho dinero para ayudar a sus padres, pero ese sueño se fue desvaneciendo cuando comenzó a estudiar en el SENA, ya le tocó decidir entre el futbol y el estudio. Hoy además de ser auxiliar de Policía, es tecnóloga en sistemas de gestión ambiental.
Su mirada hacia la Institución surgió al ver la elegancia de la mujer Policía. “Yo veía esas patrulleras y tenientes bien bonitas con porte, con elegancia y me llamó la atención. Le dije a un amigo patrullero que me ayudara para ver de qué manera podía ingresar, bueno y las cosas gracias a Dios se fueron dando en medio de las dificultades económicas y el no contar con el apoyo de mi madre biológica, que bueno ya hoy tiene otra mentalidad y es ella quien ahora está ayudándome a cumplir los requisitos para hacer curso para Patrullera”.
Stefany, pasó todos los exámenes e ingreso como Auxiliar de Policía, donde le enseñaron a valorar absolutamente todo, la naturaleza, el agua, la luz, el tiempo, pero sobre todo la comida, cosa que ella había aprendido muy bien en su humilde casa en medio de tantas dificultades.
Cuenta que el entrenamiento fue fuerte pero siempre dio la batalla. Lo único que la hizo llorar fue cuando le cortaron su frondosa caballera, “yo me vi en el espejo y me puse a llorar, parecía un machito, respire hondo y me dije todo esto hace parte del proceso, vamos pa´ lante”.
El paso por el polígono fue otra gran experiencia, aprendió a manejar armas largas y cortas, “jamás había cogido un arma en mis manos pero salimos adelante, hoy se con certeza cuando y como usarla”.
Otro de los momentos en que lloró fue el día en que juró bandera, ese 22 de diciembre de 2021 se reencontró con su papá, su madrastra y su hermanito. “Mi papá ese día me dijo que no podía ir porque no tenía los recursos económicos, solo tenía el pasaje de ida, yo había ahorrado lo que nos daban en la Escuela, pensando en eso y le dije que yo le daba los pasajes de regreso, no quería, pero lo convencí. Fue un encuentro muy emotivo, ellos no me conocían, no podían darle crédito a lo que veían sus ojos, ahí estaba yo uniformada hecha toda una auxiliar de Policía. Mi sueño y el de mi papá se habían hecho realidad en una primera etapa”.
Salió con cinco días reglamentarios de permiso y cuando regresó fue asignada al Departamento de Policía Bolívar, allí fue integrada al COEST, hoy tiene relación con los periodistas de diferentes regiones, hace monitoreo de medios, aprendió a tomar fotografías, videos y cuando es necesario hasta ayuda a redactar comunicados de prensa.
El próximo 15 de octubre termina su ciclo como auxiliar y ya prepara el terreno porque quiere ser Patrullera y seguir toda la carrera policial. “Me enseñaron a pensar en grande y eso hago, sueño en grande y mi sueño es estar en la Policía”.
Dice que sus esfuerzos están centrados en ayudar a su papá que aún vive en una pequeña habitación porque lo que gana no le alcanza para seguir construyendo la casita de sus sueños.
Diciembre la pasó lejos de su familia, en el ejercicio del deber, estuvo nostálgica y volvió a llorar porque en esa fecha tan importante no pudo darles a sus padres, hermanos y familiares el abrazo como en años anteriores.
Stefany es trigueña de ojos café, cabello castaño. Le gusta leer, bailar, cantar vallenatos, jugar al fútbol donde ha lucido todo tipo de combinaciones pero lo que más orgullo le produce es llevar el uniforme de la Policía, “para mí es un honor”, dice con toda certeza.