El próximo Alcalde de Cartagena

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Cartagena es una ciudad con mucha historia y poco presente. Hoy vivimos las consecuencias de un sinnúmero de malas administraciones: desconfianza en nuestras instituciones, pobreza, desorden, inseguridad, basura por todos lados, trancones desesperantes. Es difícil ser optimistas sobre el futuro cuando el día a día nos abruma.

Como seres emocionales que somos, cuando estamos agobiados por la desesperación, tendemos a correr, gritar y empujar de vuelta. Pero, como dice el dicho “cuando se está en un hueco, lo mejor que se puede hacer es dejar de cavar”. Respiremos hondo, demos unos pasos atrás, y tratemos de ver el panorama general de forma serena y racional.

Desde qué hay elección popular, las administraciones locales se convirtieron en un botín, una arca llena de recursos a disposición de quien gane la contienda. Súmenle a eso un electorado pobre y poco educado, dándonos la receta perfecta para el populismo y la corrupción.

Empecemos por juzgar la ciudad por etapas históricas, más no por la emoción del momento. Después de una etapa de saqueo permanente por parte de la clase dirigente, la ciudadanía eligió en forma de castigo al alcalde actual, que si bien no ha sido el mejor en implementar soluciones, logró de alguna forma romper con la tradición electoral de la maquinaria política local. Esta nueva etapa debe dar paso a otra que la supere.

Entendimos que la política tradicional no funciona ya que solo piensa en sus intereses. También debemos entender que la improvisación y la extrema independencia tampoco está generando resultados positivos. Debemos digerir esta información para dar un siguiente paso consciente rumbo a una dirigencia política funcional.

El próximo alcalde de Cartagena debe ser independiente políticamente, pero no indiferente a los políticos. Esto quiere decir que logre ganar sin acuerdos políticos que lo comprometan. De esta forma podrá armar un equipo de trabajo competente y dedicar su tiempo a conectarse con la ciudadanía para brindar soluciones. Al mismo tiempo, y seamos realistas, le va a tocar lidiar con congresistas, concejales y ediles para poder sacar proyectos adelante.

El próximo alcalde debe tener experiencia probada, capacidad de implementar políticas públicas que mejoren nuestra calidad de vida y no divagar en temores o en procesos de ensayo y error que nos roba el recurso más preciado a todos: el tiempo.

Finalmente, el próximo alcalde de Cartagena debe saber que una golondrina no hace verano, hay que hacer equipo con todos los sectores de la ciudad; empresarios, académicos, comerciantes y organizaciones comunitarias para poder avanzar colectivamente. También debe saber que en cuatro años no se recupera una ciudad, dejando los egos a un lado, debe priorizar acciones que marquen el camino hacia un desarrollo a largo plazo.

Jaime Hernández Amin

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