Por Carlos Raad.
Teniendo en cuenta la proximidad de los nuevos comicios, quiero aprovechar este espacio para socializar una opinión que considero necesaria que los cartageneros la tengan en cuenta. No podemos elegir bajo las emociones. Necesitamos ser razonables e ir en concordancia con las reales necesidades del momento político y así saber elegir bien.
El adagio reza que “las comparaciones son odiosas”, pero en ocasiones son necesarias como motivación para coincidir con algunas acciones y decisiones de tipo político que permitan, puntualmente ofrecerle a Cartagena, generar desarrollo.
Hoy, tengo la claridad de que los cartageneros debemos mirar hacia experiencias de gobierno exitosas como las de ciudades de Montería y Medellín en las que la comunidad decidió, en su momento, elegir a opciones visionarias con capacidades aterrizadas que generaron los resultados de progreso y desarrollo.
Varios años atrás, Montería era una ciudad fallida, pero con un gran formato cuyo potencial nadie había explotado desde la administración pública. Los monterianos asumieron la decisión acertada para construir ciudad y hoy gozan de una urbe que crece, con grandes obras como la Ronda del Sinú Norte e infraestructura vial traducida en puentes y avenidas, evidenciándose un desarrollo social e inversiones generadoras de calidad de vida.
Lo mismo pasa en Medellín, allá siempre se ve algo nuevo: programas de cultura ciudadana y resocialización, modernización vial y el sustento de un gran sentido de pertenencia de su gente, que se traduce en calidad humana para construir ciudad.
En consecuencia, hoy día es una ciudad con perspectivas de un turismo arrollador, acciones que la hacen digna del ranking mundial de ciudades ejemplares del año 2022. Time Out. (CNN Español) quienes la ubican como una vitrina atractiva dentro del país y del mundo.
La transformación de estas ciudades no fue por arte de magia, fue producto del trabajo de líderes locales asumiendo riesgos responsables, para que los ciudadanos tuvieran oportunidades de crecimiento y sintieran orgullo de su territorio. Ellos, no solo lo creyeron, sino que comprometieron ese anhelo a la clase política, a los empresarios, a los gremios, pero en especial, a la voluntad del pueblo que los elige.
Esos líderes, tuvieron una visión de unidad, dejaron atrás las rencillas políticas y los congresistas, en bloque, jalonaron los recursos para las grandes obras que necesitaban estas ciudades. Lograron cultivar el interés general de los ciudadanos por encima de los personales. La armonía político-administrativa le apostó al desarrollo y a la transformación social, en las zonas más necesitadas y vulnerables.
En Cartagena pronto llegará la nueva oportunidad para que elijamos a un alcalde, a concejales y ediles, capaces de llevar a cabo proyectos que permitan el desarrollo integral del Distrito, y conectar al sector empresarial con el público para jalonar hacia el desarrollo.
Necesitamos a un equipo ejecutor, conocedor del manejo del capital, de la cosa pública, pero esencialmente, a visionarios que hagan realidad el sueño de convertir a “La Heroica” en una ciudad de oportunidades y por fin logremos reducir la brecha de la desigualdad.
No olvidemos que los “locos pavimentan el camino que más tarde los sabios recorren”, es el momento de encausar el rumbo de Cartagena para que nuestras próximas generaciones se sientan orgullosos de su tierra y en vez de pensar en abandonarla, cubran la necesidad de aportarle el concurso de su afectiva competencia, a la sociedad a la cual pertenecen.
Es el momento de la reflexión consciente para transformar las viejas prácticas políticas e iniciar un proceso del cambio colectivo que nos permita encontrar una persona que asuma las riendas de la ciudad de Cartagena, para conducirla por un mejor destino, con garantías de igualdad de derechos para todos los cartageneros.
Evitemos una caída al abismo.