Cuando suena la alarma en el hospital Jikei, en el sudoeste de Japón, las enfermeras corren por una escalera caracol para recoger lo más rápido posible a los recién nacidos abandonados en el “buzón de bebés” del centro médico, el único existente en el país.
Este es un hospital católico de Kumamoto, ubicado en la isla Kyushu, que creó en 2007 este sistema que permite abandonar un bebé de manera anónima y ofrece también otros servicios como un programa de parto sin identificación, el cual es único también en Japón.
Estas iniciativas le han valido críticas al centro médico, pero su jefe médico, Takeshi Hasuda, las considera como una red de seguridad vital.
“Hay mujeres que tienen vergüenza y mucho miedo” por el sentimiento de “haber hecho algo horrible” al quedar embarazadas, explica a la AFP.
“Un lugar como el nuestro, que no rechaza a nadie, (…), tiene mucha importancia” para esas jóvenes madres angustiadas.
Cuando escuchan la alarma, las enfermeras intentan llegar en menos de un minuto al “buzón de bebés”, decorado con un par de cigüeñas y provisto de una pequeña cama cuidadosamente preparada.
“Si las madres aún están cerca, les proponemos compartir su historia con nosotros”, cuenta Saori Taminaga, una empleada del hospital.
El equipo intenta garantizar la salud de las madres, escuchándolas y brindándoles consejos, y las anima a dejar informaciones que permitirán al niño conocer sus orígenes más tarde.