En un hecho que refleja la escalada de violencia en Costa Rica, tres ciudadanos colombianos perdieron la vida en un ataque a tiros en Jacó, provincia de Puntarenas. El suceso ocurrió en plena vía pública durante la noche del 5 de noviembre, cuando un grupo de individuos enmascarados salió de un vehículo y abrió fuego frente a un club nocturno. Además de las víctimas mortales, varias personas resultaron heridas y fueron trasladadas a centros médicos.
Las autoridades sospechan que este trágico evento es el resultado de un conflicto sicarial entre bandas criminales que luchan por el control de territorios para actividades ilícitas en Costa Rica. Jacó, en particular, ha experimentado un aumento alarmante en la delincuencia, con incidentes ocurriendo tanto de día como de noche, lo que representa un desafío significativo para las fuerzas de seguridad locales.
El descubrimiento de dos vehículos incendiados en la cercana Herraduras, junto con cartas amenazantes, sugiere la complejidad de la situación. Las misivas advierten: “Esto va para todos aquellos, donde se escondan los vamos a sacar si debajo de las piedras toca sacarlos, si al infierno tenemos que ir por ustedes”. Otra carta condena a aquellos que corrompen a los jóvenes ofreciéndoles dinero para cometer actos violentos, lo que amenaza el futuro de Costa Rica.
La alcaldía del Garabito, en la provincia de Puntarenas, ha instado al Ministerio de Seguridad Pública a tomar medidas enérgicas contra la creciente delincuencia en la región. Costa Rica ha registrado un preocupante aumento en la tasa de homicidios en 2023, atribuido en gran medida a la lucha territorial entre bandas narcotraficantes. Con 761 homicidios hasta el 3 de noviembre, se espera que el número de asesinatos en 2023 supere el récord anterior, con proyecciones que oscilan entre 800 y 900 homicidios. La seguridad se ha convertido en una preocupación apremiante para las autoridades costarricenses.
